Queda claro, ¿no? No os preocupéis, si sois de los que ponemos en el curriculum eso de “inglés nivel medio-alto”, podemos seguir respirando tranquilos y engañándonos a nosotros mismos pese a no entender nada de lo que pone más arriba. Hablamos de montones y montones de lúpulo, de una enorme IPA californiana, pero en Boontling, un fenómeno lingüístico que surgió en los campos de lúpulo del “Anderson Valley”.

Y esos campos de lúpulo son hoy los protagonistas. No sólo porque allí inventaran este lenguaje mujeres y niños mientras trabajaban, para pasar el rato. Sino porque de allí vienen esas montañas de lúpulo que hacen de la Hop Ottin’ de la Anderson Valley Brewing Co. un enorme exponente de lo que debe ser una IPA americana de la costa oeste. En esta receta se cuecen Columbus y Cascade a montones y, por si fuera poco, una dosis de dry-hopping se suma a la propuesta, convirtiendo así esta cerveza en un “muestrario” de todos los aromas cítricos y resinosos posibles: pino, limón, pomelo y naranja y, en segundo plano, miel y malta. Es herbal, refrescante y agradable. En boca se presenta con intensidad, destacando el amargor sosegado del lúpulo, acompañado de los cítricos y las notas afrutadas para continuar con tímidas presencias de malta, miel y nueces. En su final da una última traca de amargor herbal seco, dejando un regusto intenso, con su justa presencia del alcohol.

Para terminar de romper esos esquemas mentales aprehendidos en años y años de rutina e inercia, y después de una semana bebiendo summer ales y una sesión de cerveza de invierno, llega la Prima Vera a nuestros gaznates.

La Prima Vera es la receta de edición limitada que se elabora en la Cervecera Artesanal Casasola dentro de la tradición de las cervezas blancas. Una blanche belga de origen alsaciano, de aspecto rubio y turbio, y segunda fermentación en botella. La combinación de malta de cebada con copos de avena y trigo, además del carácter especiado y refrescante que le aportan la cáscara de naranja y el cilantro hacen de ella una cerveza suave y fresca, espumosa, con tonos cítricos y picantes. Notas incluso a pimienta blanca la hacen perfecta para maridar con pescados, ensaladas y pastas. Desde la fábrica nos recomiendan servirla bien fresca, a poco más de 4 grados, y casi escanciarla dentro de una copa de balón para liberar todos los aromas que componen su espíritu de maltas, cereales, levaduras y especias.

Y por vez primera coinciden en vivalabirra todas las cervezas elaboradas en Valladolid por el equipo de Casasola! Tras la llegada en invierno de su Triple Belga y su scotch ale (Tartán), el mes de julio nos trae su Blanche, y alineamos por fin las 6 joyas del valle de Esgueva (no olvidéis sus clásicas Benedictina, Silos y Ness Ness). ¿Las habéis catado ya todas?

Que no salten las alarmas, no hemos hablado ni con AEMET ni con aficionados a las cabañuelas para madurar este titular. Más bien nos hemos dejado inspirar por el otrora barón de la birra para traeros en pleno verano 2 imponentes cervezas de invierno, válidas tanto para noches fresquitas como las de estos días como para soportar las más calurosas (no en vano el amarillo personaje tuvo la idea de poner un Santa Claus en el mes de agosto para engañar el sofoco).

Si la semana pasada os anunciábamos la llegada del estilo summer ale a vivalabirra, esas pale ale cítricas y amargas concebidas para consumir fresquitas, hoy tocan una doppelbock bien maltosa y una eisbock nacida del hielo (no confundir con las chabacanas cervezas heladas).

De los alrededores de Munich, más concretamente de la abadía de Andechs, recibimos esta doppelbock dunkel, considerada una de las mejores en su estilo junto con la Korbinian. De color pardo, madera oscura, nos encontramos una cerveza de aromas maltosos y dulces de cuerpo impresionante. Además de notas dulces, la nariz se llena de caramelo y azúcar moreno junto con frutas maduras tipo ciruelas, pasas y dátiles. En boca estos mismos elementos se mezclan de forma sublime, añadiendo un ligero toque picante y cierto frescor de lúpulo, que da un contrapunto amargo a tantas notas tostadas. Medio litro de una experiencia dulce y poderosa!

De Kulmbach, nada menos, llega la otra joya que os presentamos. Una localidad mítica para los habitantes de Baviera, los alemanes y cerveceros en general. De la fábrica autora de la celebérrima EKU28, hoy os traemos su bock de hielo. La Kulmbacher Eisbock es una cerveza color rubí oscuro, casi negro, aromática y compleja. En la nariz, malta, caramelo, bizcocho y frutos oscuros y rojos. También matices a madera e incluso un fondo ligeramente ahumado. Intuir el lúpulo, sólo para narices bien entrenadas. El sabor es muy intenso, de carácter maltoso con predominio de tostados, caramelo, frutos oscuros y matices avainillados. El alcohol también reclama su protagonismo en el trago, ayudando al equilibrio en este complejo conjunto aportando un ardor moderado y un regusto seco.

No hemos conseguido demasiadas botellas (nunca son demasiadas) así que toca ir llenando la despensa. Los miembros de elclub no tenéis más que buscar las novedades en la web y reservar, como siempre.