alewives

fueron diosas. fueron brujas. ahora y siempre maestras cerveceras.

Anochece. Caminas bajo la rojiza luz del ocaso y ante ti aparece, espectral, una figura vestida con ropas oscuras, cubierta por una capa salpicada de estrellas y coronada por un gorro largo y puntiagudo. Junto a ella, pues es mujer, su inseparable gato que, atento, vigila una humeante marmita…

Dime, ¿tendrías miedo? ¿Huirías?

Pues no deberías. Al menos si eres amante de la verdadera cerveza y las buenas historias… porque justo aquí empieza una maravillosa. Una maravillosa historia

 I. UNA MARAVILLOSA HISTORIA DE BRUJAS BUENAS, QUE SIEMPRE LO HAN SIDO!

Así, como te hemos descrito antes, lucían las alewives al salir de casa para vender la cerveza en la plaza de la ciudad, dejando sobre la puerta un palo con hierbas enrolladas en uno de sus extremos… lo de la escoba y el vuelo es un mal cuento, como todo lo que les sucedió a estas maestras cerveceras a partir del S XIV, convertidas en las malas malísimas de la historia por arte de birlibirloque.

II. DE DIOSAS A DEMONIOS

Pero, y estas mujeres que guardaban y custodiaban la casa de la cerveza, encargadas de alimentar a toda la familia con la bebida más sana y nutritiva, ¿cómo acabaron convertidas en monstruos horribles de nariz verrugosa y aguileña?

Esa es una larga historia, de una larga caída, precipitada justo en el momento en el que la cerveza se convirtió en un lucrativo negocio.

Empezamos siglos atrás, milenios, pues durante la mayor parte de la historia de la humanidad las mujeres fueron las responsables del suministro de cerveza en el mundo. Su influencia era tal que desde la primera gran civilización las deidades encargadas de crear el oro líquido eran mujeres. Ya en las sociedades primitivas, mientras los hombres salían a cazar, las mujeres recogían los ingredientes que necesitaban para hacer otros alimentos y bebidas. Así se domesticó la cebada, así nació la bebida fermentada. Y de sus manos nacía la cerveza, regalo de felicidad y espiritualidad enviada de los cielos. Así desde Ninkasi, su hija Siris y Siduri en Mesopotamia a Tenenet, en Egipto, Nin-Anna en Babilonia, Dea Latis en la Britania romana, Icovellauna en la antigua Galia, Ceres en Roma, Mbaba Mwana Waresa en el pueblo zulú, Amui-Fuchi en el antiguo Japón…

Ya ves que el panteón de la cerveza está ocupado íntegramente por mujeres. Mujeres que eran reflejo de las mortales que, en la tierra, elaboraban cerveza y transmitían su conocimiento y habilidades a sus hijas durante miles de años.

Y así continuó la tradición cervecera de las mujeres en la mayoría de las sociedades, hasta que la elaboración de cerveza acompañó a tal cantidad de dinero y prestigio que se convirtió en una profesión solo disponible para hombres, dando comienzo a una auténtica caza de brujas!!!

III. LA PESTE Y LA PASTA

Desde la Edad de Piedra hasta el S XVIII la cerveza fue alimento básico en el hogar de todas las familias, imprescindible en la Edad Media, donde era difícil encontrar agua potable. 

Poco a poco, esta receta para conservar y consumir cereales fue saliendo de la casa para aumentar los ingresos del hogar, y esta hábiles cocineras llevaron su brebaje al mercado para venderlo entre sus vecinos.

¿Cómo reconocer a una alewife que vendía su cerveza? ¿Cómo destacar entre tanto comerciante? Pues portando ropas oscuras, un gorro alto y puntiagudo, con una capa decorada con estrellas de 6 puntas, símbolo de la alquimia -unión del fuego y el agua-, que representaba la pureza de su producto. Siempre con su marmita humeante y el gato al acecho para ahuyentar a los ratones hambrientos de cereal.

¿Os suena esta imagen? ¿Y por qué nos parece mala?

Estas mujeres enlutadas eran responsables de la mayoría de las ventas de cerveza en Europa, encontrando así un medio para contribuir al hogar o mantenerse, siendo soltera o viuda.

Pero llegó la peste negra, en 1347, y en los 5 años que asoló el continente el consumo de cerveza creció tanto que hacía insuficiente la producción casera. Había que pasar a la producción a gran escala, y la cerveza se trasladó de las casas a las fábricas y las tabernas. Una mujer soltera no tenía acceso a la riqueza necesaria y solo la casada contaba con la influencia política necesaria para las operaciones comerciales a gran escala, por lo que en el S. XV aumentaron las cerveceras dirigidas por parejas casadas. La mujer aportaba el conocimiento, el marido el capital y las conexiones políticas. La creación de gremios y la regulación de la industria cervecera terminaron definitivamente con la actividad comercial de la mujer, que tenía poca participación en los gremios y ninguna en el gobierno. Solo las cerveceras dirigidas por hombres prosperarían…

Curiosamente, el empleo de un nuevo ingrediente en la cerveza, fruto de la innovación e investigación de la mujer, y estudiado por otra (Hildegarda de Bingen), apuntilló el asunto. Llegó el lúpulo a la cerveza, y con él un producto más duradero que permitía el comercio con zonas lejanas y exigía una inversión en nueva maquinaria que solo pudieron asumir las fábricas bien conectadas con el mundo de las finanzas.

Pues nada, mujer, ya estás fuera del negocio.

Y si todavía pensabas subsistir vendiendo cerveza con gruit entre tus vecinos, no te hagas ilusiones, ¡has vuelto a topar con la iglesia!

Representación de una alewife inglesa de la época medieval.
Representación de una alewife inglesa de la época.
Fuente: beerandbrewing.com

IV. WITCHES, ALL THEM WITCHES!!

La Reforma Protestante supuso una revolución que no vamos aquí a explicarte, pero en lo que nos afecta venía a definir a la mujer decente como la que, entre otras cosas, se mantenía alejada del mundo del alcohol.

En Inglaterra, donde el empleo del lúpulo llegó más tarde, y donde nació el término alewife que tanto nos gusta, la cosa fue fácil.

Las alewives mantenían vivo su negocio con su cerveza con gruit, pero la moda europea de emplear el lúpulo llegó de la mano de emigrantes holandeses y alemanes. La nueva receta tardó en suplantar a la de nuestras aguerridas mujeres, pero la caza de brujas estaba a punto de comenzar.

Con la llegada allí de la reforma las alewives empezaron a estar mal vistas socialmente, con el desarrollo de una campaña de denigración y desprestigio bien cocinada. Se las representaba feas y con verrugas, cocinando en las condiciones más repugnantes… y los cerveceros masculinos aprovecharon la oportunidad para reducir la competencia.

Ya se hablaba de brujería, y se juzgaba por ello, así que acusaban a todas de ser brujas y preparar pociones mágicas en sus calderos para aprovecharse de sus clientes. Siempre junto a su sucio gato, seguramente espíritu u otra bruja transformada mediante poderes diabólicos.

Y así, al igual que el dominio masculino, la iconografía de las brujas con sus sombreros puntiagudos, gatos y calderos ha perdurado hasta nuestros días, incluso ilustrando cuentos populares que involucraban las malas artes de la brujería.

V. Y HOY, TRES SIGLOS DESPUÉS?

En el último tercio del S. XX las mujeres vuelven a ganar visibilidad reclamando el lugar que antes fue suyo. El resurgimiento de las cervecerías artesanales en todo el mundo ha venido unido al resurgimiento de las mujeres que desempeñan papeles cruciales en la industria cervecera moderna. Piensa en mujeres como Mathilde Schneider, creadora de la primera doppelbock de trigo de la historia (Aventinus), verdadera directora de la fábrica Schneider Weisse a principios del S. XX pese a que la ley alemana prohibía tal cargo para una mujer (para evitar problemas nombró a su cuñado como director nominal mientras ella manejaba las riendas del negocio). O como Nell MacCafferty, que con su movimiento consiguió que la mujer irlandesa pudiera acudir al pub a beber cerveza sin la vigilancia de un hombre (ojo, que hablamos de los años 70, y la ley que puso fin a  esta práctica discriminatoria es del 2000). O en otras como Rosa Merckx, primera maestra cervecera de Bélgica, o Anne Pypaert, responsable de la icónica cerveza que sale de la abadía trapense de Notre Dame d’Orval desde 2013.

Nacen también las organizaciones creadas para apoyar a las mujeres en la industria cervecera -contando entre sus filas con fábricas y propietarias de cervecerías, gerentes, vendedoras, defensoras y educadora- con el fin de reincorporar a la mujer en la industria, eventos, ponencias y como jurado en certámenes (en 2023, 10 nuevas juezas con certificación BJCP).

Y así se van dando pasitos, pequeños pero importantes, para poder volver a contar con la maestría de estas mujeres en la elaboración de nuestro amado brebaje.




Usamos cookies para que tengas la mejor experiencia de usuario. Para aceptarlas, haz click en el botón "ACEPTAR". Puedes consultar aquí nuestra política de cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies